¿Qué es el confort térmico y cómo se puede lograr?

Uno de los objetivos principales cuando se piensa en las necesidades de una vivienda es lograr el confort térmico en su interior. Alcanzarlo puede proporcionar múltiples beneficios no solo para las personas que habitan en ella, sino para el medioambiente. La percepción térmica que tienen las personas en cada espacio, es vital para convertir la estancia en un lugar agradable.

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¿Qué es el confort térmico?

El confort térmico es la sensación de bienestar que experimenta una persona cuando las condiciones ambientales permiten que su cuerpo mantenga un equilibrio térmico sin necesidad de esfuerzo adicional para calentarse o enfriarse. Se trata de un concepto muy ligado a nuestra sensación térmica, que deberá ser neutra. A pesar de que esta se considera en muchos casos una sensación subjetiva, la confortabilidad sí depende de ciertos factores específicos.

Este estado depende de factores como la temperatura del aire, la humedad relativa, la velocidad del aire, la temperatura radiante de las superficies circundantes y la actividad física o vestimenta de la persona.

Evaluar el confort térmico de una estancia nos obliga a tener en cuenta ciertos valores subjetivos, lo que convierte la tarea en especialmente compleja. No obstante, es vital lograr este dato, ya que estar en un lugar donde la temperatura de confort no es idónea puede incluso afectar a la salud y el rendimiento de las personas en su interior.

De qué factores depende el confort térmico

El confort térmico depende de una combinación de factores ambientales y personales que influyen en la percepción de bienestar térmico como son los siguientes:

Control de la temperatura:

La temperatura del aire cuenta con valores específicos que se consideran confortables en invierno y en verano, pero también se ve afectada por otros factores como la humedad del ambiente.

Humedad relativa:

Unir la humedad y la temperatura puede ser vital para un mayor bienestar. En concreto, humedades de entre el 40 y el 70% pueden proporcionar sensación de confort. Además, las humedades bajas pueden hacer que temperaturas superiores a 25 grados sigan manteniendo la sensación de confort.

Ventilación:

Las viviendas que se construyen buscando el mayor confort térmico también deben realizar una ventilación controlada y continua. Esto también asegura la calidad del aire para evitar la aparición de moho y limitar las acumulaciones de CO2.

Aislamiento y protección solar:

La superficie exterior del edificio es la que debe soportar las inclemencias del tiempo, por lo que puede ahorrarnos muchos quebraderos de cabeza cuando se busca un mayor confort térmico si se utilizan materiales adecuados al tipo de clima.

Temperatura del aire:

El valor mínimo para las épocas más frías debe ser de 20 grados, mientras que en la temporada estival no se deben superar los 25 grados.

El tipo de ropa:

La ropa utilizada es un elemento importante a la hora de conseguir el mejor confort térmico, ya que puede generar demasiado calor o todo lo contrario según las preferencias y necesidades del momento.

La actividad física:

La realización de ejercicio físico puede provocar una sensación térmica diferente, por lo que la percepción de confort puede variar también gracias a este factor.

¿Cómo se consigue el confort térmico?

El confort térmico se consigue mediante el equilibrio entre las condiciones ambientales y las necesidades térmicas del cuerpo humano. Para lograrlo, es necesario controlar los siguientes factores:

Aislamiento térmico de fachadas:

Las inclemencias del tiempo deben ser soportadas por las fachadas de los edificios, lo que hace vital que este sea el correcto para limitar posibles problemas futuros.

Ventilación adecuada:

La calidad del aire tiene que ver con la frecuencia en la que las estancias se ventilan. Esto ayuda a que se eviten acumulaciones de CO2 y la aparición de moho sin necesidad de sufrir corrientes de aire.

Control de la humedad:

Como hemos comentado antes, la humedad es un factor importante a la hora de mejorar la sensación térmica, por lo que su control puede ayudar a que incluso en las épocas más calurosas se mantenga el confort térmico.

Sistema de climatización:

El mantenimiento de una temperatura adecuada en el domicilio es más sencillo cuando se instala un sistema de climatización capaz de controlar todos los aspectos de la vivienda.

Inercia térmica:

Esto no es otra cosa que la capacidad de un material para mantener la temperatura durante un tiempo determinado. Los materiales de alta densidad son capaces de almacenar y liberar calor según los cambios que se produzcan en la temperatura exterior.

Protección frente al sol:

Una adecuada protección contra el sol puede ayudar a que el calor en el interior de la vivienda se reduzca en los meses estivales, por lo que es importante tenerlo en cuenta cuando se busca un buen confort térmico.

Orientación y diseño de la vivienda:

En el mismo sentido que la protección contra el sol, la orientación y el diseño de la vivienda puede ser clave cuando pensamos en las horas de luz y la incidencia de esta en el interior. Este es un factor importante de cara a limitar el calor interior y mejorar la sensación térmica.

Uso de energías renovables:

Las energías renovables suelen mejorar el rendimiento térmico de un edificio en su conjunto, lo que favorece un mayor confort térmico en su interior.

¿Cómo se mide el confort térmico de una casa?

La norma UNE EN ISO 7730 es una de las maneras más habituales para medir el confort térmico de una casa, ya que esta mide la comodidad como una condición mental que manifiesta una persona de su satisfacción con el ambiente térmico en el que se encuentra. Esta norma establece una escala basada en la unión del cálculo matemático con las variables que suponen varios elementos como la ropa, la actividad física o los aspectos ambientales.

¿Cuál es la temperatura de confort de una casa?

La temperatura perfecta para asegurar el confort térmico en el hogar depende de múltiples factores que deberemos tener en cuenta. Entre ellos se encuentra la calidad del aire, la humedad e incluso componentes psicológicos. No obstante, hay factores objetivos que ya hemos nombrado y gracias a los que se puede calcular la temperatura ideal para que exista confort térmico en una vivienda.

Esta temperatura puede variar según la época del año y la estancia de la vivienda en la que nos encontremos. Nuestros hábitos diarios deben ser tenidos en cuenta cuando pensamos en ajustar la temperatura de un espacio concreto, ya que los lugares en los que pasemos más tiempo deberán mantenerse entre los 19 y los 20 grados siempre que estemos en casa.

En el caso de estancias como la cocina, puedes mantener temperaturas más bajas, sobre todo cuando se utilizan electrodomésticos como el horno o los fogones. Por último, lo recomendable para los baños es mantenerlos entre 19 y 22 grados.

A la hora de dormir, la temperatura también deberá ajustarse, rondando entre los 16 y los 18 grados, algo que favorecerá que esta se mantenga óptima para el descenso natural de temperatura corporal que se produce al acostarse. De esta manera, la calidad del sueño se mantendrá intacta y favorecerá la sensación de bienestar del individuo.